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De tratar con clientes machistas…



Ser empresaria viene con retos personales, profesionales y de género. Las mujeres nos hemos abierto campo en el mundo laboral y ciertamente ha sido a punta de resistencia y de mostrarnos dignas de condiciones justas y equitativas. Hoy nuestra lucha permanece usando la más profunda cortesía.

El peligro es que el machismo en el trabajo se disfraza fácilmente y con tanta agilidad que terminamos siendo cordiales con quienes nos atacan. Sucede tan rápido que en ocasiones, y por muy astutas que seamos, es difícil reconocer si las situaciones que vivimos son normales y le suceden a tod@s por igual o si deberían cuestionarnos sobre nuestro entorno laboral.

He sido empleada, emprendedora y colega. Hoy quiero compartir 4 clientes machistas con los que hay que lidiar rápido antes que el dolor de cabeza se convierta en la certeza que nos merecemos algo como esto. No lo merecemos, no es de tolerar.


1. El que explica a prueba de tontos



Este cliente siente que necesita explicarte lo que haces. Tu producto o servicio son su experticia, aunque en realidad no domine el tema. Un trato amable con espíritu de enseñar siempre es bienvenido, pero no necesitamos la actitud condescendiente de alguien que cree que por hablar con seguridad, logró convencernos. Este tipo de cliente es terco y de pocos argumentos. Habla desde un pedestal con “la verdad única”.

Necesitas armarte de paciencia para dar explicaciones ágiles que le permitan entender de qué hablas. A mí me ha servido abordar a este cliente con la ayuda de colegas, creando grupos para hablarle de modo a que tenga la oportunidad de sentir aprobación, mientras permite que le sea explicado aquello que necesita aprender (tal vez con urgencia) sobre tu negocio.

Cuidado, aunque son excelentes en retroalimentación irrelevante, hay que reconocer que nos recuerdan la importancia de educar al cliente tanto como sea posible. Esta es una oportunidad para llevar a alguien a un escalón más humilde. Además nos da la experiencia de comprender nuestro negocio desde perspectivas reales, ya no solo desde la crítica constructiva, sino también desde escenarios injustos y poco argumentados. Crear esa resistencia es importante porque nos aterriza a la realidad.


2. El que se impacienta con tu feminidad



Este personaje es grosero y sube el tono fácilmente. Interrumpe con expresiones referentes a tu género como “a ver, señorita” o “mire, niña/mujer…” y exige respuestas rápidas a preguntas que repite una y otra vez. Es el personaje que te cuestiona, pero te interrumpe en medio de la respuesta para seguir reiterando el problema.

Se aprovecha de la infinita paciencia de las mujeres que resuelven conflictos con las palabras y no con la fuerza. Su superioridad está en su volumen y prepotencia. Desde mi experiencia estos son los más difíciles de educar, carecen de admiración por la mujer y ese problema es de raíz….

En mi opinión, a este tipo de cliente le hace falta dulzura, si su juego es la agresividad, la dulzura solo puede confundirlo y hacerle dócil porque ese lenguaje no lo domina. Las mujeres cargamos poderes inimaginables en nuestro modo amoroso, protector y firme de hacer las cosas y eso incluye nuestras relaciones laborales.


3. El que te coquetea

Siente que por ser cliente, se ganó atribuciones y confunde acoso con amabilidad. Los “halagos” vienen en todos los formatos. Virtuales con “sutiles” comentarios personales y despedidas inapropiadas en sus emails o chats, o presenciales al mirarte de forma pícara, hacer contacto físico sin una buena razón o subir el tono con temas que no son de su incumbencia como tu físico, tu estado civil o tu pareja.


Son los clientes desacertados que en la esfera laboral, te tratan como si fueran príncipes en tu vida personal. Hay espacios para todo y aún cuando somos libres de entablar relaciones amistosas con quien decidamos, eso no debería confundir al cliente que quiere tener ambas en simultáneo.

Se pueden evitar estableciendo límites desde el principio, desde el día cero, con interacciones cordiales y profesionales que le recuerdan a tu interlocutor que pueden tener una excelente relación laboral.

4. El que te da tareas inferiores a tu talento



Este personaje ya sabe cuál es tu cargo en la empresa y sabe qué labor cumples tú en esa relación comercial, pero prefiere hablar con un hombre cuando se trata de asuntos importantes (tu jefe, tu colega, tu empleado, tu socio, quien sea). En su mundo, tú no resuelves preguntas valiosas, no atiendes casos de valor, no estás capacitada.

Este para mí es el más violento. Los he visto en oficinas prestigiosas rodeados de mujeres de enorme talento en labores poco demandantes, operativas, tediosas, luciendo impecables y hermosas… pero también los he visto en solitario, dueños de la forma correcta de hacer las cosas, ignorando de frente lo que cualquier mujer les dice.

Con este tipo de cliente, la posición puede ser más firme y radical. Pero si decides hacerlo, debe ir de la mano con los valores de la empresa y la ayuda tus colegas. ¿Por qué? Yo he tenido que pedir a mi socio y colegas que no le contesten al cliente si se trata de algo que debe lidiar conmigo o que lo redireccionen hacia mí. Para tener esa complicidad, es la empresa misma y sus integrantes los que deben compartir ese sentimiento de justicia e igualdad que las mujeres merecemos. En estos casos, es tu empresa la que se pone a prueba porque, además de tus acciones, el trabajo de educar depende también de tus compañeros.
 



Muchas de estas situaciones con clientes no son sólo frecuentes sino también fugaces y dañinas. Es importante mantenernos realistas, pacientes y abiertas a ayudar al machista que lo necesita.

Si algún cliente usa su poder para restarte importancia como mujer, es momento de actuar y obtener resultados contundentes. Ignorar estos problemas solo los empeora, piensa en la siguiente mujer con la que este personaje tendrá interacción y asegúrate de dejarle a este mundo un mejor cliente del que recibiste :)

¡Está en tus manos!