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4 lecciones de la gestión comunitaria

Las comunidades son su gente. Ya sea que las personas estén reunidas por tecnología, causas sociales, un vecindario o cualquier otro interés, los resultados comunitarios reflejan el compromiso y empoderamiento activo de los miembros en sus roles.

Las siguientes son lecciones importantes que obtuve durante los últimos 9 años siendo un miembro activo en comunidades de diversos campos, así como en la gestión de muchas de estas. Desde grupos étnicos hasta mujeres, emprendedores, activistas, comunidades tecnológicas, asociaciones de vecinos y muchas otras, en mi experiencia estos grupos organizados comparten más expectativas de gestión de las que se esperan.

1. Dar antes de recibir.

¿Tienes una necesidad apremiante con la que tu comunidad puede ayudar? Recibir ayuda es una situación más grata cuando es merecida, una vez que se han establecido relaciones de valor. Asegúrate de haber ayudado a los demás primero, tu necesidad será entonces compartida por las demás personas, de la misma manera en que has compartido las suyas.

¡Ahora, estas acciones siempre deben ser honestas! Forzar ayuda solo te mostrará como un oportunista. Esta filosofía de dar aplica para todos, indistintamente de si necesitarás la reciprocidad del otro (o no) en el futuro. Esta no es una "técnica de donación estratégica", ya que eso limitaría tu red, basándola en el intercambio e interés. Se trata en realidad de una actitud de dar sinceramente, que hace que te sientas bien y que las personas se sientan agradecidas por tenerte cerca.

"Dar primero" muestra tu generosidad y cuidado por los demás, valores que las personas tienden a corresponder. Por supuesto, ¡sé lo suficientemente valiente para reconocer cuándo necesitas ayuda y pídela! Ya llegará tu turno para devolverle a la comunidad.

2. Facilitar conexiones.


Ser parte de una comunidad requiere compromiso con el desarrollo de sus miembros. Ayudar a otros a conectarse es una manera significativa de lograr esa participación.

Con el auge de las plataformas en línea, las redes sociales y los eventos, las redes nunca han sido tan accesibles. Sin embargo, muchas personas aún son tímidas cuando se trata de romper el hielo con extraños y alcanzar conexiones. Además, la búsqueda permanente de redes valiosas puede llevar mucho tiempo. El hecho de que los miembros de un grupo necesiten estudiar la red individualmente, los hace repetir esfuerzos en lugar de hacer una investigación conjunta o contar con personas designadas para guiarlos a través de la red.

La gestión comunitaria brinda la oportunidad de desempeñar un papel esencial en esta área. Averigua qué están haciendo los miembros, reúne datos sobre cuáles son sus principales necesidades y búsquedas, manténte actualizado en sus progresos y proyectos. Comprender la red es clave para identificar la participación potencial de sus miembros. Es posible que dentro del grupo puedan encontrar la oportunidad perfecta para colaborar, ¡simplemente no les han presentado!


3. Asegúrate que se compartan y respeten los valores.



Ya sea para combatir la corrupción, conectarse para apoyar la salud mental, proyectos para vivir mejor, compartir recursos y espacio, o cualquier número de misiones, las personas se asocian desde intereses compartidos, pero también desde la alineación de valores.

Trabajé estrechamente con la comunidad romaní en Bogotá-Colombia durante varios años como parte de mi investigación de tesis universitaria y aprendí rápidamente que su resiliencia provenía de sus valores compartidos. La unión familiar, el apoyo incondicional y el estudio disciplinado de su idioma fueron algunas de sus bases. Vivir de acuerdo con esos valores aseguró la supervivencia de su grupo, el cual enfrenta actualmente dudas de la generación más joven sobre su empoderamiento colectivo, el desvanecimiento de sus tradiciones y los prejuicios étnicos.

La evaluación de si las personas comparten y viven de acuerdo a los mismos valores puede respaldarse con datos cualitativos recopilados a partir de entrevistas directas a los miembros, así como con un análisis del administrador de la comunidad sobre las interacciones y los proyectos dentro del grupo.

4. ¡La actitud hace la diferencia!

Las comunidades necesitan gestores comprometidos con un carácter que responda a sus necesidades. Además, los miembros son influenciados por su entorno y la actitud que sus representantes pueden mantener. Estos son algunos de los enfoques que recomiendo para una mentalidad sana en la gestión comunitaria:
  • Positivismo y entusiasmo: incluso dentro de un grupo de activistas, donde el malestar es una de las razones por la que se reunieron en primer lugar, es importante tener una actitud positiva hacia las metas para que los miembros permanezcan motivados. Hacer seguimiento del progreso y compartirlo a la comunidad a través de canales de comunicación comunes, abordar los problemas como desafíos y mostrar energía y creatividad, son hábitos que puedes incorporar de inmediato en tu gestión. El crecimiento de un ambiente positivo comienza contigo.
  • Respeto y escucha: Muy pocas actitudes en la vida nos llevarán más allá que estas dos. Reconocen el valor de los demás y nos hacen más humildes al mismo tiempo. Una gestión comunitaria exitosa se basa en cómo un gestor interactúa con los miembros, qué tanto se puede confiar en él o ella, y cómo el gestor juega un papel cohesivo para lograr el crecimiento. El respeto por los demás y la escucha están directamente vinculados con el valor agregado de estas relaciones: ¡brilla en ello!
  • Apreciar y agradecer: los experimentos del Dr. Masaru Emoto sobre "Los mensajes ocultos en el agua" (The hidden messages in water) mostraron que los cristales formados en el agua congelada experimentan cambios cuando se dirigen hacia ellos pensamientos concentrados. Entre ellos, el agua expuesta al pensamiento de "gratitud" mostraba cómo los cristales se alteraban para ser perfectamente simétricos e intrínsecamente hermosos. La gratitud es tan poderosa que incluso si fueras escéptico de tales experimentos, puedes simplemente intentarlo tú mismo apreciando y agradeciendo activamente a los miembros de cualquier organización a la que pertenezcas. Estas actitudes mejoran tu relación con ellos y crean un ambiente de confianza, ya que la apreciación denota el cuidado hacia los demás y el reconocimiento de su valor.
Actitudes sanas en la gestión comunitaria pueden convertir un grupo interesante en una comunidad sólida e inspirar a buenos líderes a convertirse en grandes líderes. La gestión comunitaria exitosa puede,  para dar sólo algunos ejemplos, resultar en nuevas áreas de colaboración, un mejor diseño y comprensión de sus pautas y valores, consolidar una imagen interna/externa más sólida así como incrementar la participación de sus miembros.

En mi opinión, estas 4 lecciones implican una disciplina estricta y un demandante crecimiento personal, pero el tener un papel relevante en cualquier grupo sin duda otorga esa responsabilidad. ¿Qué hay de ti? ¿Qué incorporarías? Trabajar estrechamente con personas que comparten causas, intereses y valores comunes respalda en última instancia tus propios objetivos y, en ese sentido, el desarrollo común refleja tu propio desarrollo.
Photos by: rawpixel from Pexels and Pixabay / Magda Ehlers from Pexels