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10 mentiras que nos creímos de pequeñas (y que todavía podemos corregir)


Ser niños nos condiciona a recibir lecciones sobre supervivencia, cómo relacionarnos y formas de vivir el mundo en general. Con el tiempo, interiorizamos varias de esos aprendizajes de infancia y muchos de estos moldean también nuestra vida adulta.

Hoy me gustaría hablar de 10 de esas “lecciones” que, en mi opinión, a las mujeres nos convendría desaprender cuanto antes.


1- Cuídate de los desconocidos



Los padres no tienen la culpa, ninguno quiere que sus hijos se expongan a peligros. Sin embargo, partir del supuesto que “quien no conozco, es malo” también es riesgoso. Nos condena a una vida de inseguridad, desconfianza y como resultado nos priva de conocer gente maravillosa.

Ser precavidos y astutos son lecciones valiosas de vida. Saber analizar, ser crítico de las circunstancias y reconocer tanto los peligros así como las oportunidades de la vida son destrezas que nos harán más fuertes y seguras. El mundo nos invita constantemente a interactuar con él ¿por qué negarnos a grandes descubrimientos?


2- Sonríe siempre que puedas


Por supuesto que sonreír es algo bello, pero hacerle creer a los niños que están obligados a hacerlo incluso cuando no quieren, es forzarlos a fingir emociones. Y en ese error caemos “las princesas” que nos vemos “más tiernas” mostrándonos alegres y que luego terminamos en la vida adulta sonriendo hasta de los “elogios” machistas que no nos gustan.

Enseñemos a las niñas a tiempo que no necesitan sonreír ante algo que no les agrada. Lo que ilumina un rostro es la autenticidad de la sonrisa, es la felicidad real que irradiamos. Una persona feliz hace el mundo más bello.


3- Tu media naranja o el príncipe azul


Esa mitad que te falta para estar completa no existe. Tú eres un todo, completo, y el amor que te tengas es lo primero y más importante: es lo que te hace unidad.

Para colmo, nos han vendido la imagen de esa mitad que nos falta como la perfección hecha persona. Viene en formato de hombre (porque de pequeñas no se nos dijo que podríamos amar así a una mujer ¿o sí?), es atractivo, bondadoso, varonil, amoroso, valiente y mil cosas más, todo en su solo paquete. Esto es peligroso porque nos prepara desde pequeñas a aceptar únicamente a una pareja perfecta y así es como luego hay quienes se niegan a aceptar a los demás como son e insisten en cambiar la forma de ser de su pareja.


4- Es mejor ser una niña buena


La definición de buena nos la asociaron con quedarnos en casa haciendo lo que se espera de nosotras, experimentando poco y sirviendo mucho, lo que hace que “ser mala” esté sujeto a estar fuera, libre, viviendo el resto del mundo y haciendo lo que te plazca. El que nos hizo creer eso es porque no sabe lo bien que se pasa cuando eres quien tú quieras ser.

En mi casa me enseñaron que cuando tienes claros tus principios, estos rigen tus decisiones. Y las acciones hechas en el marco de tus pasiones y principios, dan tranquilidad, dan la seguridad de estar siendo honesta contigo misma. Para mí, eso es ser buena y justa contigo :)


5- La meta: casarte y tener hijos.


Jugamos a ser mamá desde pequeñas, cuidando al bebé y siendo las más cuidadosas con nuestras muñecas. Nadie necesitó decirnos que debíamos ser madres, era algo que estuvo implícito siempre.

Cada ser humano encuentra plenitud en cosas distintas. Si bien para algunas esta plenitud está en la maternidad, para otras lo es su conexión con su dios, su trabajo de investigación, su paz interior, su arte, enfin… Y todas estas posiciones son bellas y válidas.

El error está en pensar que una mujer sin pareja ni hijos es infeliz e incompleta, así como asumir que todas encontramos la plenitud en ser esposa y madre. Este estereotipo nos advierte que hay algo muy mal con nosotras en caso de no planear hijos, y no hay nada más injusto que dictarnos cómo vivir.


6- Hay profesiones que no son para mujeres


Nos acercamos poco al peligro, a la adrenalina, a los retos intelectuales o a los juegos físicos demandantes jugando poco con aviones, maquinaria, kits de ingeniería, juegos de fuerza o velocidad. Nos acostumbraron al juego seguro, en casa, estético y del cuidado de otros con muñecas, juegos de cocina, la casita, vestidos y maquillaje. Y así, crecimos pensando que los cargos ejecutivos, el campo médico, la lucha, la ingeniería y el pilotaje (entre muchos otros) tienen un género y el secretariado, el cuidado del hogar, la cocina y la moda tienen otro.

Por fortuna, hoy las luchas contra campañas que refuercen estereotipos es más activa, así como la preocupación por esta misma actitud en la industria de juguetes, lo que resulta en una educación formal más consciente al respecto ¡Hagámonos dueñas de la vida que queramos llevar, incluyendo la profesión o qué hacer que decidamos para nosotras!


7- Tu pureza le pertenece al hombre con el que te cases


Si quieres conservar tu virginidad hasta el matrimonio, esa es una decisión madura, adulta y absolutamente privada. Y es privada porque todas las decisiones que hacemos sobre nuestro cuerpo son por y para nosotras.

Sea guiada por una decisión espiritual o personal, vivir tu sexualidad (o esperar para hacerlo) es la decisión de empoderarte de tu cuerpo y entender que tú decides sobre él. Que somos cada una de nosotras las que decidimos qué hacer con nuestra intimidad y nuestra vida de pareja.


8- Mujer + mujer = solas.


Por alguna razón, la “lógica” social dicta que para que las mujeres no estemos solas (sin importar cuántas mujeres haya) tiene que haber un hombre en la ecuación. Y esta mentira resulta en situaciones incómodas y hasta peligrosas.

Uno de los escenarios propone que las mujeres que salen en grupo lo hacen siempre buscando hombres. En otras palabras, salimos “solas con la esperanza de sanar la soledad”. Y bajo ese estereotipo de “todas las mujeres quieren una pareja”, se da carta blanca a ser acosadas en la calle. Recuerda: no estás sola, tus hermanas te acompañan.

Por otro lado, esta idea de “soledad” es la base usada para criticar a las mujeres por viajar solas o por salir una noche en la ciudad entre amigas. Es una idea nociva porque nos presenta como “vulnerables” si no tenemos un hombre que nos defienda. Es el mismo tipo de idea que hace que los demás pregunten qué vestía la víctima de violación, a qué hora transitaba por las calles, de quién iba acompañada y por qué sus padres o pareja “le permitieron” hacer algo así.

En otras palabras, esta idea equivocada de “mujer + mujer = solas” pretende hacernos creer que lo que nos ocurra cuando no estamos acompañadas de un hombre: es nuestra culpa.


9- Ser femenina y tener el cabello largo te hacen más bonita


Aunque muchos padres en casa intentaron a toda costa mostrarnos que la apariencia física no es la prioridad, la sociedad en todos los demás momentos los contradijo.

Los estereotipos de género nos vendieron la imagen de una mujer delicada, de cabello largo y brillante, de manos pequeñas, dedos delgados, pies de princesa, nariz de muñeca, de movimientos lentos o tímidos y sonrisa constante.

No es de extrañarse entonces que los peluqueros te comenten cuán atroz es que quieras cortar tu cabello largo, que tu armario sin prendas de flores sea la angustia de tus tías o que la forma en que practicas deporte sea “de todo un hombre”. Fuimos encasilladas desde pequeñas y salirse del molde es controversial, pero si de algo estamos despertando masivamente es del mal sueño de necesitar ser de una sola manera para ser mujeres y pensar que hay un modo “femenino” de hacer las cosas, así como hay un modo “masculino”.


10- Somos el sexo débil


Aunque sí es cierto que los hombres tienen un torso más amplio, extremidades más largas y tienden a más masa muscular (lo que por lo general les permite levantar más peso) la fortaleza comprende tantos aspectos, que difícilmente podría llamarse débiles a las mujeres. Estos son algunos datos para ayudarnos a desmentir uno de los peores estereotipos en los que caímos las mujeres, nuestra supuesta “debilidad”.

  • Resistencia al dolor: Los centros de dolor del cerebro de la mujer refuerzan su capacidad de resistencia para afrontar situaciones exclusivas del género femenino, como la menstruación o el parto. Como resultado, las mujeres presentan mayor resistencia al dolor.
  • Enfrentarse a las enfermedades:  las niñas recién nacidas responden mejor ante los procesos inflamatorios y ante el estrés oxidativo de las células, desde su nacimiento y el resto de su vida.
  • Flexibilidad y movilidad: Las hormonas responsables del crecimiento y desarrollo de los senos, así como del ciclo menstrual (estrógenos) son las mismas responsables de que el cuerpo y las articulaciones puedan flexionarse con mayor facilidad. Asimismo, por su mayor porcentaje de grasa, menor masa muscular y mayor retención de líquidos, los cuerpos femeninos ofrecen a las articulaciones mejores condiciones para mayor flexibilidad y movilidad que la de los hombres.
  • Capacidad de recuperación: La capacidad para recuperación después de realizar ejercicios de alta intensidad es normalmente mayor en las mujeres que en los hombres. Las mujeres necesitan menos tiempo de descanso entre repeticiones y series y por lo tanto resisten mayor frecuencia de esfuerzos.

Nuestra vida adulta es la oportunidad de reformular lecciones que nos fueron dadas, seguramente con buena intención, pero que ya no corresponden a nuestro modo de ver el mundo.


¿Y a ti, mujer, qué te gustaría des-aprender?